La Fundación Heinrich Böll organizó un gira con miembros del Grupo ETC por Centroamérica. En Nicaragua los especialistas debatieron sobre los OGM, presentaron el caso concreto de la Tecnología Terminator y sus desastrosos efectos sobre la soberanía y seguridad alimentaria. La Fundación Heinrich Böll, junto con diversas contrapartes locales, organizaron una gira de miembros del Grupo ETC [1] por Centroamérica, con el objetivo de profundizar el conocimiento y el debate sobre los transgénicos, también llamados Organismos Genéticamente Modificados (OGM). En Nicaragua la actividad se realizó con el aporte de diferentes organizaciones, entre ellas SWISSAID Nicaragua, el Grupo de Promoción de la Agricultura Ecológica (GPAE), el Grupo de Interés sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (GISSAN), la Red Nacional del Programa de Campesino a Campesino (Red PCaC), LIDECONIC y la Alianza de Protección a la Biodiversidad Capítulo Nicaragua, que integra la UITA, todas ellas promotoras de la campaña Semillas de Identidad. Los tres especialistas [1] integrantes del Grupo ETC tuvieron la oportunidad de reunirse con los diferentes poderes del Estado, con productores y exportadores de alimentos y con los medios de comunicación a lo largo de dos intensas jornadas de trabajo, en las que, además de profundizar el debate sobre los OGM, presentaron el caso concreto de la Tecnología Terminator y sus desastrosos efectos sobre la soberanía y seguridad alimentaria. SIREL conversó con Julio Sánchez, de la Alianza de Protección a la Biodiversidad, para conocer los detalles de esta gira. -¿Cuáles fueron los objetivos de la presencia del Grupo ETC en Nicaragua y Centroamérica? Había tres objetivos. El primero fortalecer las capacidades internas de organizaciones de sociedad civil sobre la tecnología transgénica, contando con nuevas informaciones. El segundo generar espacios de discusión y reflexión entre entidades académicas, gremios y líderes comunitarios sobre los potenciales impactos de los OGM en Nicaragua, y tercero incidir en los diferentes poderes del Estado para el fortalecimiento de los marcos jurídicos y poder de esta manera contribuir a la construcción de una posición política que actualmente no existe sobre el tema de transgénicos. En el caso del Grupo ETC, una de las prioridades que tenían era dar a conocer los impactos de la Tecnología Terminator que actualmente tiene una moratoria en el marco del Convenio de Diversidad Biológica de Naciones Unidas, porque es una tecnología que puede ocasionar tanto impactos biológicos como sociales. -¿De qué se trata exactamente? Se le conoce también como Tecnología de Restricción de Uso Genético (TRUG) y produce semillas estériles, es decir, plantas que han sido genéticamente modificadas para producir semillas estériles después de la cosecha. Esto significa que se genera un monopolio por parte de las corporaciones en la agricultura, porque el productor tiene que estar dependiendo de la compra de semilla. Además de eso, se pueden contaminar especies nativas con esta característica de esterilidad, ocasionando una erosión genética, es decir que las variedades nativas o criollas podrían desaparecer a causa de la contaminación genética. Estas corporaciones irían maximizando sus ganancias y forzarían a los agricultores a que recurran al mercado de semillas comerciales cada estación de siembra. Como explicaba el documento presentado por el Grupo ETC, esta tecnología está claramente diseñada para hacer cumplir las patentes corporativas que impiden a los agricultores que guarden y vuelvan a usar sus semillas, para las cuales las corporaciones reclaman derechos de propiedad intelectual. Actualmente la compañía que está detrás de todo esto es la Delta & Pine Land, recientemente adquirida por Monsanto. -¿Cómo se desarrollaron las actividades? Tuvimos una agenda de dos días que logró colmar las expectativas. Nos reunimos con los medios de comunicación para capacitarlos sobre el tema de transgénicos y, tomando como ejemplo al caso de Terminator, se presentaron los impactos sobre agricultura, salud y algo que frecuentemente se evade, que son los intereses económicos de empresas y gobiernos. No hay que olvidarse que sin lugar a dudas la tecnología transgénica se mueve por intereses económicos y de gobierno, y muchas veces hay temor a mencionarlo. -El tema de los impactos en la salud todavía genera muchas discusiones. ¿Cuál fue el aporte del Grupo ETC sobre ese tema? Sabemos que todavía se han hecho muy pocos estudios en seres humanos, porque no es ético exponer a personas a ese tipo de investigación, sin embargo se hicieron en animales y contamos con datos de estudios básicos que demuestran impactos en su salud. Además, presentaron estudios realizados sobre un grupo de voluntarios en Europa que demostraron provocar afectaciones a mediano plazo. Lo que hemos mencionado en la reunión es que en nuestros países existe una debilidad en el seguimiento de enfermedades. Un caso muy palpable es que, por ejemplo, en Nicaragua se está registrando solamente el 2 por ciento de las personas intoxicadas por agrotóxicos. El Ministerio de Salud (MINSA) sólo el año pasado comenzó a incorporar en su base de registro las intoxicaciones por alimentos, detectando una gran cantidad de ese tipo de intoxicación. Uno de los problemas es que, siendo una práctica muy reciente, se está poniendo todo tipo de intoxicaciones por alimento en un sólo registro, cuando habría que ir averiguando de qué tipo de intoxicación se trata. El hecho de que falte más investigación sobre este tema no implica que ya no estemos viendo impactos sobre la salud, pero no los estamos clasificando como debería ser. Es por eso que, como Alianza, vamos a profundizar la investigación, pero el MINSA, como institución de salud, ya debería monitorear a la población en los lugares donde se sabe que se consumen transgénicos. -¿Qué otras acciones se cumplieron? Nos reunimos con los gremios de productores y la Asociación de Exportadores para que presentaran todas sus inquietudes, y se hizo un foro abierto con personas de todo el país. Tuvimos también una larga reunión con el Ministerio de Agricultura (MAGFOR), con el Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) y con la Empresa Nicaragüense de Alimentos Básicos (ENABAS), en la que participaron los directores de todas las áreas. Nos aclararon que el gobierno en su conjunto tiene la voluntad y el lineamiento de desarrollar una agricultura limpia, y el propio MAGFOR mencionó que la tecnología de los transgénicos no es una opción para introducir en Nicaragua, cosa que valoramos como muy positiva. El INTA secundó esta posición y la profundizó informándonos de que en Nicaragua aún no se ha hecho un verdadero estudio de las semillas locales, ni del potencial del germoplasma nicaragüense y de cómo este germoplasma ha sido desplazado por la oleada de publicidad de las empresas transnacionales de semillas, opacando su imagen e importancia. La idea del INTA es investigar estas semillas y promover su mejoramiento con otras simientes criollas, y con eso comenzar a generar una independencia de las empresas transnacionales, ya que el mismo gobierno puede tener sus propios bancos de semillas y proveer a los productores, sin la necesidad de estar comprando a las transnacionales. -¿Qué importancia puede tener esta posición a nivel de las instituciones? Es algo que valoramos como muy importante, pero para nosotros hay que ir mucho más allá de eso. Necesitamos una posición oficial del Estado que nos respalde para sentirnos con la seguridad de poder seguir trabajando con otros temas, como por ejemplo los bancos comunitarios de semillas. Con las graves afectaciones que hubo en Nicaragua por los fenómenos naturales, quedó evidenciado que las que realmente respondieron a la crisis fueron las semillas criollas, porque ya han pasado por la selección natural y ya han vivido lluvia y tormenta y han generado variedades que se adaptan al territorio. Allí la mera naturaleza hizo un bello y fino trabajo en cada una de las semillas, y queremos que el INTA desarrolle un programa para fortalecer y crear otros bancos de semillas comunitarios. Es una trabajo que toda la Red de organizaciones que lanzaron la Campaña Semillas de Identidad ya ha venido desarrollado, porque creemos que es la solución para Nicaragua. -¿El Grupo ETC se reunió también con los diputados? Nos reunimos con integrantes de las diferentes bancadas y les planteamos la urgencia de aprobar las diferentes leyes que se han presentado. -¿Cuáles son estas leyes? La Ley de Prevención de Riesgos Provenientes de Transgénicos, que ya fue dictaminada favorablemente por la Comisión de Salud y está esperando ser colocada en agenda por la Asamblea Nacional en el primer semestre del 2008. La Ley de Conservación y Utilización Sostenible de la Diversidad Biológica, que se encuentra todavía en la Comisión de Ambiente de la Asamblea Nacional y que también va a ser discutida el próximo semestre. Está también la Política sobre Biotecnología Agropecuaria y Forestal, y parece que el MAGFOR está pensando sacarla mediante un decreto ministerial ahora en noviembre. Otra ley muy importante, pero que está siendo saboteada, es la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutricional, que fue aprobada en lo general por la Asamblea Nacional, sin embargo la FAO está actuando de una manera muy intervencionista al tratar de presentar otro proyecto de ley, para que se archive el proyecto que tanto nos costó a las organizaciones que lo trabajamos. Hemos luchado casi 12 años para que se legislara una Ley de Seguridad Alimentaria y a la FAO nunca le interesó, ni le importó esta ley. A esta altura, presentar otro proyecto ocasiona una distorsión enorme. -¿Cómo evalúan esta posición de la FAO? Es difícil decirlo, pero la verdad es que el Sistema de Naciones Unidas está actuando de una forma muy rara. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) está introduciendo transgénicos a través de la ayuda alimentaria, la FAO está incidiendo para que la Ley de Seguridad Alimentaria quede más flexible y en su proyecto lo primero que quitaron fue la parte relativa a la prohibición a la introducción transgénicos, en abierto contraste con la realidad de Nicaragua. Esto está generando muchas preguntas. ¿A qué intereses está respondiendo la FAO? ¿A qué intereses está respondiendo el Sistema de Naciones Unidas en su conjunto? Lo que es cierto es que no está respondiendo a los intereses de los nicaragüenses, porque si así fuera, antes de presentar una propuesta la consultarían con el pueblo. www.ecoportal.net * Rel-UITA Notas: [1] Organización ambientalista (Erosión, Tecnología y Concentración), con base en Canadá y responsable de diversos trabajos analíticos referidos a los transgénicos, la nanotecnología y otros temas. Contacto en www.etcgroup.org [2] Pat Mooney, director de ETC. En 1985 recibió el premio Right Livelihood (conocido como Premio Nobel Alternativo) que otorga el Parlamento de Suecia, y el premio Pearson Prize del gobierno de Canadá. Es uno de los asesores del Protocolo de Cartagena. Verónica Villa, del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (AETC). Es socióloga y ha vivido el impacto de los transgénicos en las poblaciones indígenas en Oaxaca. Ha trabajado el tema de los impactos sociales de los transgénicos. Ricarda Steinbrecher, bióloga y genetista. Pertenece a la Federación de Científicos Alemanes y a la British Society for Allergy, Nutricional and Environmental Medicine. Es una de las personas que más ha investigado el tema del impacto de la tecnología, especialmente la transgénica, en la salud. http://www.ecoportal.net/layout/set/print/content/view/full/74023/(printversion)/1
jueves, 15 de noviembre de 2007
El Ministerio de Agricultura de Nicaragua afirma que los transgénicos no son una opción para el país
Suscribirse a:
Entradas (Atom)